Caracas (PL) El gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro y sectores opositores enfrentan un camino escabroso para alcanzar la convivencia, mientras el diálogo en curso abre una luz para los que aspiran a la paz.
En la tierra del Libertador Simón Bolívar no falta el debate desde el 30 de octubre entre una oposición fragmentada y seguidores de la Revolución Bolivariana que recupera terreno luego de fracasar en diciembre de 2015 en mantener la mayoría en la Asamblea Nacional.
Medios de prensa señalan que la guerra económica es una continuación de la guerra política que sacude al país, mientras reafirman la veracidad de que es una agresión que afecta el bolsillo al disparar una inflación inducida desde el exterior.
En este escenario tanto el gobierno como sectores de la oposición, algunos a regañadientes, proseguirán las conversaciones y las aproximaciones a los temas planteados para las cuatro mesas de diálogo abiertas y coordinadas por tres exjefes de gobierno del exterior y el Vaticano, este último caso visto como un catalizador de las pláticas que retornarán el 6 de diciembre próximo.
La parte gubernamental, además de subrayar la promesa de que cumplirá todo lo pactado en las dos reuniones efectuadas hasta ahora, insiste en que uno de los aspectos centrales para avanzar con la oposición es el reconocimiento al chavismo como hecho histórico, así como la Revolución reconoce a los partidos opositores.
Recientemente el vicepresidente de la nación, Aristóbulo Istúriz, señaló como fundamental el reconocimiento de la diversidad como esencia para avanzar en la creación de un ambiente de convivencia pacífica, algo que para sectores ligados al Gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, no es posible cuando insisten en derrocar al gobierno de Maduro.
No obstante, las voces de apoyo al gobierno, pese a todas las dificultades, crecen cuando algunos analistas estiman que hay temor entre los venezolanos de verse enfrentados a un retorno a una etapa neoliberal, como ocurre en la Argentina de Macri, donde abundan los despidos masivos, las privatizaciones y contra toda acción anterior que favoreció a las gentes de a pie.
Según el diputado chavista y miembro de la delegación gubernamental al diálogo, Elías Jaua, el pueblo sabe lo que defiende, y aboga por el reconocimiento mutuo como una vía que permita encontrar consensos ante hechos concretos, como la coyuntura económica que vive el país tras la caída de los precios petroleros en 70 por ciento.
Jaua precisó que «nosotros no vamos a ceder en nuestros principios ni tampoco vamos a pedirle a ellos que cedan sus principios, sentarse debe ser el debate político, el debate ideológico, el debate de las ideas, no debe ser la guarimba, no puede ser la guaya, los disparos, los francotiradores, no puede ser la desestabilización política».
Sin embargo, y pese a evidentes avances, la apuesta opositora es a marchar contra el gobierno y a presionar por imponer posiciones y un adelanto rápido en acuerdos que aun están ajustando los negociadores. En esa línea se incluyen llamados de Capriles y del diputado a la Asamblea Nacional por Primero Justicia, Juan Requesens, para marchar hacia la Nunciatura Apostólica a fin de exigir que se abra el canal humanitario, algo a lo que no se oponen las autoridades pero que evidentemente lleva un proceso de negociación.
Sin embargo, en el fondo de todos estos intentos hay algo evidente, los opositores dicen que seguirán en las calles para lograr el cambio de gobierno que tanto se requiere, según ellos, pero desconocen que ya dejaron de ser una alternativa, incluso para sus principales aliados, sobre todo para Estados Unidos.
La visita a Caracas de Thomas Shannon, subsecretario de Estado norteamericano para Asuntos Políticos, parece confirmar que hay gran preocupación en Washington sobre el curso de los acontecimientos en Venezuela.
Shannon, quien estuvo como consejero en la embajada estadounidense aquí entre 1996 y 1999, parece el mejor preparado para decirle a los opositores que ya, al menos por ahora, no son una alternativa, pues están muy fragmentados y carecen de un programa para enfrentar al chavismo, pese a los problemas que existen.
Ante la posición de los que lo adversan, el presidente Maduro asegura que cumplirá con lo que se acuerde en el diálogo, posición reiterada a diario por otros dirigentes chavistas como el alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, quien ratificó el compromiso de honrar lo acordado el 12 y 13 de noviembre.
Estos acuerdos fueron suscritos por los miembros de la comisión del Gobierno y por los representantes de la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en dicha reunión.
Estuvieron presentes como acompañantes monseñor Claudio María Celli, enviado especial del Papa Francisco; Ernesto Samper, secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur); y los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá).
La próxima plenaria del diálogo por la paz será el 6 de diciembre, cuando se reúnan nuevamente los miembros de las cuatro mesas técnicas que desarrollan el proceso: 1. Paz, Respeto al Estado de Derecho y a la Soberanía Nacional; 2. Verdad, Justicia y Reparación de Víctimas; 3. Económico-Social y Generación de Confianza y 4. Cronograma Electoral.
En este escenario, sin dudas, pudiera tener un impacto sustantivo la derogación del decreto que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, emitió contra Venezuela el 9 de marzo de 2015 y que fue renovado este año.
Ya a la puerta para salir de la Casa Blanca, Obama puede contribuir al fortalecimiento del diálogo de paz instalado por el Gobierno nacional y la oposición, a la vez que su decisión podría ser interpretada como una acción de buena voluntad que le daría un mérito luego de ser galardonado en 2009 con el Premio Nobel de la Paz.
Sin saber la esencia de lo conversado entre Maduro y el secretario de Estado John Kerry, o tal vez con Shannon, lo que es cierto que en materia de geopolítica, llegó la hora de que Washington y Caracas transiten por caminos de convivencia pacífica y de respeto, como llamó reiteradamente el presidente venezolano.
Habidas cuentas, parece imponerse el criterio de que en definitiva y de manera muy evidente, aunque a muchos les genere frustración, el chavismo le aporta a la comunidad internacional, y al propio país, más sustancia y estrategias serias y contundentes de gobierno que la MUD, a la que en el pasado y hasta hace muy poco no le faltaban los apoyos.
En un escenario previsible donde mejorará la economía y Estados Unidos se inclina por el diálogo, lo más probable es que se llegue a un ambiente de convivencia, donde la oposición debe tratar de ganar fuerzas para derrotar al chavismo en las urnas en 2018, si es que consigue la unidad y presenta un proyecto serio que no vaya en contra de los programas sociales.
Venezuela: un camino escabroso hacia la convivencia
Por Luis Beatón